martes, 3 de junio de 2008

La Ventana

La ventana, la odio y a la vez la amo. Por ella entran los rayos de sol de la mañana, esos que se cuelan a través de la persiana y me encuentran en la cama. No me llegan a despertar, pero me impiden volver a dormir si un sueño ha llegado a su fin. También me traiciona dejando entrar el ruido de las obras, o el de un vecino con un piano, ni del tráfico me libra! Son cosas que me sacan de quicio, que no soporto, sobretodo a unas horas determinadas en las que es obligatorio dormir según mi forma de vida. Aun me resulta curioso que no le guste que sueñe dormido, cuando es ella la que me invita a hacerlo despierto.

He de decir que no todo es maldad en ella, también tiene cosas buenas. Ya sea de día, o de noche, puedo abrirla y ver la gente que pasa por la calle, las vidas de otras personas, de las que siempre me pregunto, ¿tendrán los mismos problemas que yo? ¿Cómo los resolverán?, incógnitas sin solución...

Inquietudes a parte, lo que de verdad me gusta, es poder ver el cielo, unas veces desde dentro por la lluvia, otras sintiendo el aire y la brisa. Da igual, me encantan sus colores, rojo, azul, gris, negro y con estrellas. Siempre me ayuda a evadirme de la realidad, a vivir en el mundo que me gusta vivir, el mió propio. En el que tan pronto soy un caballero andante, como un aclamado futbolista. Me imagino sin rutinas, con días tan largos que no exista la prisa. Me imagino hasta correspondido por los amores que he tenido. Tantas cosas buenas.

Al final del verdadero día, cuando me voy a acostar, siempre es lo último que miro, “La Ventana”, la que amo y odiare por la mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las ventanas a veces te dan más de lo que les pides, y la mayoría menos, pero piensa en cómo sería una habitación sin ventanas... Muchas veces el ruido de la ventana es lo que te confirma como humano, como humano de verdad... Bonito el texto, me ha gustado.