Me miro al espejo y no me veo, no me encuentro, no me veo reflejado en esa masa que tapa la pared del fondo. Ninguno de los rasgos que aparecen delatan lo que soy, lo que fui, lo que quiero ser. Miro la parte de arriba del reflejo que parece que produzco y aunque quiera, jamás me acostumbrare a verlo así, pero bueno, es un capitulo a parte que mejor no nombrar, ya que muchas confusiones ha creado a la hora de decir mi edad.
Hacia el frente hay unos ojos cansados, con bolsas, donde antes había una mirada atractiva y penetrante. Solo conservo ese pequeño y leve estrabismo que se quedó conmigo después de mi operación en la niñez, un rasgo que siempre delata mi cansancio.
Fruto de la desidia y la pereza, una barba descuidada cubre mi cara. Se acabo esa perilla que recorría el contorno de mi mandíbula perfectamente perfilada. Aquel detalle inconfundible de mis fines de semana.
Tampoco encuentro consuelo si bajo la mirada. Busco algo que me anime, pero no veo nada, nada de concordancia entre lo que pienso que soy y lo que se ve reflejado. Desapareció aquel deportista que antes veía en el reflejo. Quizás mi problema sea ese, que sigo buscándolo, aun sabiendo que no está. Los kilos y los años han ido dejando su huella en forma de curvas o estrías, enviando al olvido el recuerdo que tenía.
No romperé el espejo para olvidar lo que veo, ya que estoy seguro de que volveré a ver un buen reflejo.
Hacia el frente hay unos ojos cansados, con bolsas, donde antes había una mirada atractiva y penetrante. Solo conservo ese pequeño y leve estrabismo que se quedó conmigo después de mi operación en la niñez, un rasgo que siempre delata mi cansancio.
Fruto de la desidia y la pereza, una barba descuidada cubre mi cara. Se acabo esa perilla que recorría el contorno de mi mandíbula perfectamente perfilada. Aquel detalle inconfundible de mis fines de semana.
Tampoco encuentro consuelo si bajo la mirada. Busco algo que me anime, pero no veo nada, nada de concordancia entre lo que pienso que soy y lo que se ve reflejado. Desapareció aquel deportista que antes veía en el reflejo. Quizás mi problema sea ese, que sigo buscándolo, aun sabiendo que no está. Los kilos y los años han ido dejando su huella en forma de curvas o estrías, enviando al olvido el recuerdo que tenía.
No romperé el espejo para olvidar lo que veo, ya que estoy seguro de que volveré a ver un buen reflejo.